Los vestidos de las damas de honor no siempre fueron elegidos por la novia; en la antigüedad, las damas eran siempre mujeres de la familia que vestían exactamente el mismo vestido que la futura esposa con el fin de que los malos espíritus no la identificaran para arruinar el día más importante de su vida.
Las damas de honor en tiempos victorianos cambiaron esta tradición utilizando el mismo vestido pero velos más cortos para diferenciarse de la novia. Cuando las prendas teñidas y el temor a los espíritus fue disminuyendo, poco a poco se adoptó la tradición en que la novia elegía a las damas y su atuendo.
Increíble, ¿no?